ENFOQUE Y DISEÑO CURRICULAR: EL DESARROLLO DE
LA CAPACIDADES
El aprendizaje es el hecho privilegiado en la educación escolar, y con buen criterio podríamos afirmar que los profesores son especialistas en aprendizajes, pese a que muchos planteamientos ubican al desarrollo personal como parte central de la labor docente, sin embargo persistimos que el aprendizaje continua siendo el objeto principal del trabajo de la educación escolar, sin desconocer el aspecto integral formativo que requiere el alumno. Otro criterio indispensable en la actualidad es el aporte del estudiante a la educación escolar, y afirmamos que éste aporta el o los proyectos personales que trabaja permanentemente en su plano presente de formación. En tercer lugar nos ubicamos en la enseñanza, cuya función consecuente es provocar aprendizajes, ya sea a través de la transmisión de la cultura, como tarea clásica del docente, como en el desarrollo de las capacidades y habilidades de los estudiantes, estratégicamente y en un periodo prolongado, el logro del perfil de competencias diseñado en el proyecto educativo, es así como ubicamos el carácter mediador del docente, que se refiere a responder a las expectativas del estudiante planteado en su proyecto personal y la vigencia histórica que el docente en la formación ciudadana en un momento determinado. Es decir que la labor pedagógica en el aula se encuentra cargada de formatos de esquemas que pertenecen tanto al profesor como al estudiante.
Un diseño curricular contiene lo anteriormente señalado, precisando que todo currículo es por aprendizajes. Lo que sucede en nuestro país es que en la década del 90, tipificada como un periodo oscurantista en la educación, se distorsionó el trabajo especializado del docente, y en cambió hubo una invasión de términos de referencia antojadizos, presentando como principales aquellos que son colaterales o de soporte, así tenemos que se creó un término novedoso, probablemente de impacto para crear una ilusión que había un cambio, se trata del mal llamado “currículo por competencias”, que fue una ocurrencia de organismos ajenos a la educación escolar, y para darle sustento se creó el fantasma de “un currículo por objetivos”. Ambos inexistentes en la planificación de la educación. Como aparentemente se trabajaba con una propuesta constructivista, ésta se opuso a una supuesta propuesta psicologista proveniente del conductismo, que sobre educación tiene muy poco que aportar, salvo determinadas intervenciones en discapacidades o en cuadros clínicos de trastornos emocionales. Pero evidentemente esto último no es educación, sino un aspecto colateral, en todo caso es una parcela especializada del desarrollo personal, y por supuesto hay que abordarla, pero también ubicarla en su real dimensión.
El invento peruano del “currículo por competencias”, no es más que una mixtura del planteamiento de currículo por contenidos de aprendizaje, que considera tres componentes: conceptual procedimental y actitudinal, como explícitamente se enfatiza, contenidos de aprendizaje. Este planteamiento ingresa a un dialogo de besugos, cuando se remplaza el concepto de “currículo por contenidos de aprendizaje” por el de “currículo por competencias” y entonces aparece en nuestro país la ficción que se presenta algo novedoso e inclusive original (propio de los periodos oscurantistas). Es más, se antepone un llamado “Currículo por objetivos” inexistente también, pero con necesidad para difundirlo, en tanto debe existir criterio de autoridad para legitimar su existentencia. La verdad es que el aporte conductista es el formato metodológico de plantear objetivos operativos del aprendizaje, cuyo contenido esta organizado en tres componentes: La conducta manifiesta (observación empírica), las condiciones de operación (enseñanza), y los logros mínimos aceptables (la evaluación). La practica de plantear los objetivos de aprendizaje tuvo relativa difusión en la década del 70, sin llegar a constituirse en un formato de organización del currículo por objetivos de aprendizaje, las experiencias aisladas en el Perú, estuvieron a nivel superior, y sobre todo en manejo de las sesiones de aprendizaje y formalmente en la elaboración de los silabos.
Después del aprendizaje el otro tema del diseño curricular es el conocimiento, en toda sus expresiones y manifestaciones posibles, es decir, no solamente el conocimiento científico, ya sea experimental o lógico, sino que hay otros tipos de conocimientos, tan necesarios como los citados para la formación humana. Nos referimos al conocimiento literario tecnológico, informático o de la cultura virtual, religioso, artístico, mitológico y de sentido común que configuran la cultura escolar específica o vigente en un momento determinado. El currículo debe de intentar fusionar el aprendizaje con las dimensiones relativas y subjetivas en la construcción de conocimientos. Siendo pertinente señalar algunas alternativas de gestión del conocimiento, que precisamente no han surgido de la institución escolar, sino que provienen de otras instituciones de naturaleza distinta a la educación, como son los centros de producción material y las empresas en general influenciadas por la cultura organizacional.
Una tarea propia del currículo es crear nuevos conocimientos para los estudiantes y al mismo tiempo desarrollar determinadas habilidades.
La diferencia entre las propuestas curriculares tienen su común denominador en cómo abordan el aprendizaje, el conocimiento y las habilidades humanas.
Los planteamientos empiristas y simplistas en el currículo se reducen a formar de la mejor manera “el saber hacer algo con eficacia”, que es la versión de; Know How de la calidad total. En esta visión lo que interesa es la gestión de la experiencia, fundamentalmente manifiesta en conocimientos prácticos como la mejor expresión del conocimiento tecnológico.
Desde otra perspectiva lo que interesa es la gestión del aprendizaje, expresado en habilidades o conjunto de capacidades interrelacionadas, respaldados por los marcos explicativos del constructivismo pedagógico, es decir, de la manera como se construye el conocimiento. Aquí es necesario detenernos en el manejo de la información, y como señalamos anteriormente, el papel del profesor es trasmitir la cultura, entendida esta como la organización de la información, pues ésta no se trasmite de manera mecánica, sino en un proceso cualitativo de transformación, no abstracta sino de manera concreta, de tal manera que sea una transferencia dialéctica orientada a la solución de problemas específicos o a situaciones reales.
La introducción de la terminología de las competencias y las capacidades al currículo ha traído muchas confusiones y desaciertos. Empecemos por las competencias, ásta no es una categoría pedagógica, en ningún texto clásico de pedagogía la encontramos, mas bien proviene de la administración de los recursos humanos, de los perfiles de competencias, como sinónimo de buen desempeño después de un periodo prolongado de capacitación. Lo mismo podemos decir de las capacidades, que proviene de la Psicología, relativamente abordado como sinónimos de aptitud y talento, referido específicamente a la disposición para hacer algo eficaz.
Sin desvalorizar los aportes de conocimientos especializados, como son los de Administración y Psicología, consideramos que la Pedagogía tiene su aparato conceptual, siendo el aprendizaje el hecho privilegiado, así como otras categorías como son el currículo, la enseñanza, la instrucción, la didáctica, la evaluación del aprendizaje, la formación integral, el desarrollo de habilidades, la formación de valores humanos y el conocimiento.
Cuando se habla de un diseño curricular se refiere a la elaboración de un instrumento de trabajo pedagógico que considera los periodos o las fases de la gestión del aprendizaje en el aula y sobre todo cuales son sus consecuencias inmediatas y futuros. Distinguir que se hace en un momento determinado y cómo contribuye en la formación integral del alumno. Es por ello que necesariamente tiene que existir Objetivos Curriculares, Secuencia o periodización, Plan de estudios y Sistema de evaluación.
La diferencia en el último periodo es cómo se plantea los objetivos de aprendizaje, si se hace de manera conductual (conducta manifiesta y observable), o se hace en termino de capacidades (logros integrales que organizan un conjunto de habilidades) y valores (cualidades de los ideales)
Como instrumento político el diseño curricular concentra los intereses de dominación y poder, implícito o explicito en una sociedad determinada. Esto quiere decir que el currículo no es solamente un documento normativo sino que concentra intenciones conocidas o desconocidas, declaradas o no declaradas, razón por la cual los maestros deben tener mucha responsabilidad y compromiso en su elaboración.
Desde que Ralph Tyler en el año 1949 publicó el libro “BASIC PRINCIPIES OF CURRICULUM, politizo el currículo, en cuanto “deberá responder a las siguientes preguntas ¿Qué fines desea alcanzar la escuela?, ¿Qué tipo de experiencias pueden ayudar, con mayor probabilidad a alcanzar esos fines.¿Cómo organizar en forma eficaz, esas experiencias?, ¿Cómo comprobar que los fines fueron alcanzados?
Razón por la cual el desarrollo de las capacidades es un tema que requiere consensos a través e trabajos colectivos. Una metodología recomendable es la elaboración del Panel de Capacidades, o expresar los objetivos curriculares en términos de capacidades, ya sea de carácter cognitivo, social, cultural, tecnologica, motriz o de otra naturaleza.